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viernes, agosto 03, 2007

De lo sucedido a los cabrones





Pablo sabía que el hondo pesar que sentía se debía a la falta de atención de las personas que él estimaba. Se había embarcado escribiendo un interesante guión que necesitaba ser pulido ferozmente y buscó ayuda en personas que no quisieron escucharlo y sucumbió ante la idea del silencio: no hablar más que lo necesario. Todo lo que compartía diariamente con su gente se limitó a pocas palabras que escasamente dejaban adivinar el ánimo de Pablo.

Tirado en el médano mientras tomaba fotografías se le acercó Hank, otro enemigo de la parlotera. Pablo aprendía mucho de Hank, ser oscuro y sabio que con tres palabras describía reinos submarinos de excelsa belleza. Habló un rato con él, pero más largo fue el rato en que estuvieron sentados uno al lado del otro sin pronunciar palabras y no es que no supieran que decir sino que tan bien se entendían que con solo mirarse ya sabían lo que tenían en mente. Luego se fueron directamente al mar.

El Loco no había parado de cocinar pescado desde que habían llegado, y Johnny bebía terribles tragos que parecían hechos arriba de un semiremolque. Bebieron y fumaron toda la noche mientras divagaban entre anécdotas e historias prohibidas que no contaban a nadie excepto a ellos. Pablo les relató su increíble experiencia de provation, las mujeres de la iglesia y el hambre, también les contó la idea de documentalizar El tren que persigue al sol, refiriéndose al maldito Sarmiento en busca del oeste. Anotó muchas cosas en un cuaderno que siempre llevaba consigo, ideas y bocetos macabros en busca de la luz. Johnny se despachó con una aventura de lesbianas que incluía a su propia madre y todo en él se transformó y adquirió el clima de una extraña tragedia griega contada con un aire pasolineano y una sensualidad raramente expresada por el más frenético de los cuatro. El Loco tirado sobre un colchón despanzurrado solo pudo contar la historia que lo unía a una chica que había conocido hacía tres años y que había visto unas cinco veces, pero sabía que pronto iba a llevarla a su cama o él terminaría en la cama de ella, lo cierto es que tenía la plena certeza que tarde o temprano la iba a coger y no solo coger porque de la forma en que hablaba el Loco de esa muchacha emanaba un incienso profundo en el que todos adivinaban cierta locura y profundo... amor? Hank fue muy sincero con sus amigos y les contó que ese año no había muerto nadie a su lado... todavía... El resto se las ingenió para sutilmente tocar un trozo de madera sin patas, es que no querían herir la sensibilidad de su oscuro amigo. Luego brindaron y rieron hasta que el sueño los fue ganando.

Una vez todos dormidos Pablo salió rumbo a los médanos a intentar fotografiar algo interesante que le sirviera de guía en su insignificante guión. Tomó una fotografía de huellas y luna y deseó que la película estuviese bien expuesta. Luego un pájaro blanco surcó el cielo y graznó... Pablo lo observó maravillado, no sabía que ave era pero estaba seguro que era la misma que sobrevolaba la terraza del edificio donde vivía en Buenos Aires, una y otra vez rumbo al sur. Luego apareció Johnny con una botella de whisky y un faso y se sentaron a la luz de la luna a contarse intimidades que solo ellos deben saber... y nadie más... y el viento los abrazó y ellos sonrieron de haber realizado tan frenético y placentero viaje... con una luna gigante que parecía guiñarles un ojo, si la luna tuviera ojos... Esa noche los tenía y era toda de ellos...