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lunes, mayo 25, 2009

Chapter VI: Left behind













El trabajo en Gisborne se agotaba y el picking de mandarinas se tardó dos semanas más de lo normal, pese a que fue en Gizzy donde se pickearon las primeras mandarinas - dos semanas antes que en Northland, la zona cítrica por excelencia - Luego de insistir mucho logré conseguir trabajo con una contractor llamada Cindy, en la mañana pasé a despertarlo a Iggy (el pelado) y a Nacho (el madrileño) para ir a trabajar, pero Nacho tenía otros planes así que arrancamos con Iggy derecho para la orchard siguiendo a Tina, la socia de Cindy. El primer día fue duro porque las mandarinas seguían verdes y el primer bin estaba atiborrada de mandarinas verdes en el borde: mal. Aunque al pickearlas se veían naranjas todavía les faltaba y algunas llegaban a tener partes verdes, las cuales no servían. Lloyd, el manager de la orchard de muy mala manera me dijo que no tenía que pickear las verdes y al sacar la mandarina y tirarla me regañó: don´t throw the fruit to the ground, it´s money! Recordé aquella lección de la Chiqui Gonzalez, mi profesora de dirección de actores, de cómo utilizar el tono de voz para llegar a lograr la reacción correcta. Si Lloyd me hubiese explicado con un poco más de paciencia y un tono más ameno yo hubiese comprendido en el acto que sólo debía pickear las mandarinas completamente naranjas, que las que aún estaban verdes en una semana más iban a estar completamente maduras. Y las malas maneras generan malas reacciones. Ese día pickeamos tres bines hasta el final de la jornada, lluviosa en todo momento. Sin embargo Iggy insistía en resaltar lo relajada que era la pega. Al día siguiente emprendimos el ritual diario, pasaba a buscar a Iggy en la van y arrancábamos para la orchard fumando en el viaje, contemplando los primeros rayos del sol y las primeras hojas del otoño caer con la brisa gisborneana. Al llegar arrancábamos a pickear por la row donde habíamos dejado el día anterior, generalmente escuchando música con nuestros reproductores de mp3 que aliviaban nuestra jornada. Para el smoko siempre estábamos preparado aunque generalmente no llegábamos a llenar el primer bin. Luego el lunch para finalmente despedirnos de la jornada a la orden de "che, armate otro"... Los primeros días nos fuimos poniendo a tono con el trabajo, recibiendo las indicaciones de Tina en un principio y de "Jessee from gizzy" luego. También conversando con el tractor driver, Ben, un maori que nos ofreció una onza de "chronic" y nos invitó a fumar un buckett en el lunch mientras los jefes estaban lejos. Nos contó que él la cultivaba en el campo lindero, un maizal tupido y desatendido. Entre las plantas de maiz él cultivaba las chronics en outdoor jurando que era la mejor weed que podíamos conseguir en Gizzy. Nos prometió una onza apenas la tuviera secada y continuó su trabajo manejando el tractor con su pañuelo de Black power y su buzo con una hoja de marihuana en la espalda, cada vez que pasaba me hacía el saludo black power y yo le contestaba sonriendo y repitiendo el mismo gesto del puño cerrado con el brazo en alto, aunque sinceramente me caía bastante mal. El trabajo era realmente relajado, al tercer día solo estábamos Iggy y yo trabajando en la hectárea y unos días más tarde Jesse nos dejó a cargo de Corey, la hija de Tina, una maori de tetas generosas que nos enseñaba su escote cada vez que se agachaba para sacar una mandarina y mostrarnosla mientras nos decía: too green. Todos los días llegaba alguno de los jefes y nos amenazaba con echarnos si pickeábamos una sola mandarina verde más. A los pocos días descubrieron nuestro "green corner" entonces nos enseñaron la técnica del "green bottom" y a "pintar" los bines, técnica que consistía en poner abajo las mandarinas mas verdes y las últimas bolsas solo naranjas... Con lo cual disimulábamos bastante bien el bin. Esta técnica me la enseñaron los supervisores en el picking de manzana diciéndome: "only pick the goods when the boss is coming". Y los boss no venían nunca por la row... hasta que llegaban. Entonces empecé a dejar un árbol de mandarinas bien naranjas cerca del bin para ponerlas encima del resto y cuando Lloyd o Cindy se aproximaban yo pickeaba a gran velocidad las mandarinas para tapar las verdes. No es que deliberadamente pickeara las verdes sino que las mandarinas estaban aún verdes y una mandarina que de un lado era naranja furioso del otro estaba zarpada en verde. Al caer el sol ya no se podía ver correctamente y una tarde nos fuimos al carajo con Iggy pickeando mandarinas verdes, a lo que Jesse decidió suspendernos el día de trabajo y nos dijo: "come back tomorrow, maybe the boss give you another chance"... Y tuvimos otra oportunidad finalmente (pero nos cagaron un bin) y seguimos embalados escuchando psy trance para pickear más rápido. Los días se aceleraron, fumar-pickear-psytrance-lunch-pickear-fumar-go home. Todo era repetición, las row, las wineyards, las espalderas de álamos... Y pickear mandarinas... Iggy me preguntaba: cómo hací weon pa´pickear tan rápido?" a lo que yo contestaba: work don´t talk... jajaja. Y todos los días o venían los jefes o los supervisores inventando alguna excusa para que nos fuéramos antes así ellos se podían ir antes. A la semana teníamos a Benito (el bong del Nacho) como la herramienta más importante del picker, aguardándonos al lado del bin o de un árbol para hacer el mini smoko. Llegamos a tomarnos solo el lunch (media hora) como único descanso en la jornada. Nos estábamos convirtiendo en máquinas de pickear... Sino fuera por la salvedad que siempre se nos pasaba alguna verde, es que realmente es difícil llenar un bien cuando las mandarinas estás aún verdes!
Llegó finalmente el día de la onza seca y al examinarla no se veía tan mal, pese a que en el auto le dije a Iggy que para ser una onza era demasiado poco... Y quizo el destino que esa misma tarde en casa de Iggy nos encontráramos a un dealer en el living sentado fumando SU hierba quién al ver la onza de Iggy empezó a hacerla mierda, "this shit is not chronic, this is chronic!" decía mientras enseñaba un twenty de su weed. Conversando con él me di cuenta que no tenía demasiada idea de cultivo y que era un boca de jarro que compraba y revendía, pero no cultivaba. Ahí me di cuenta que todos los dealers de Gizzy eran mentirosos, porque no tenían la más remota idea de qué genética estaban cultivando o comercializando y siempre mentían diciendo "this is afgan", "this is white rinno", "this is chronic" mientras todos tenían la misma mierda mal secada de gizzy. Un error fatal en el secado es poner los cogollos en el microondas y todos estos maoríes secan la weed en el microwave! Al día siguiente mi amigo habló con el Ben y le pidió que le devolviera la plata o le pasara más weed, a lo que el maori volvió a mentir prometiendo: "tomorrow"... A los pocos días Corey me ofreció weed, me mostró una onza que sacó de un balde de 5 litros donde tenía muchas bolsas de onzas, ahí en el asiento trasero de su 4x4. Eso me hizo comprender por qué muchos de los maories no quieren trabajar pudiendo vivir de la mierda que cultivan. Si al menos se interesaran por comprender la planta y aprender a mejorar sus cosechas, pero ya saben eso de que Dios le da pan a quien no tiene dientes... y no estoy intentando ser sarcástico. El trabajo se puso denso cuando nos revisaron los bines y nos dijeron que estaban muy verdes y que no nos iban a pagar, con lo cual luego de una tensa situación resolvieron mandarnos para otra orchard a cosechar mandarinas japonesas... Al llegar a la otra orchard nos encontramos con unas mandarinas diminutas y unos árboles impenetrables, el trabajo se complicaba y los bines había que llenarlos a tope... al principio Cindy nos dijo que nos iban a pagar NZ$45 por bin (5 dólares más que los otros) pero luego de un rato volvió y nos dijo que nos iban a pagar 42 dólares por bin. Le dijimos que íbamos a terminar el bin y nos marchábamos a la casa hasta el día siguiente y Cindy se enojó y nos amenazó que si nos íbamos no volviéramos. Le pedí que me diera el recibo de sueldo para evaluar la situación y al ver que solo nos pagaron 260 dólares por una semana completa de trabajo le dije que a mi no me servía seguir trabajando, pero Iggy me convenció que siguiéramos trabajando o haciendo como que trabajábamos... Al día siguiente llovió mucho y nos avisaron que no se trabajaba y al otro día le avisamos que no íbamos a ir más. No nos pagaron los primeros días y cuando preguntamos Tina nos dijo que se iba a fijar pero nunca nos pagaron los primeros días que fueron trabajados por hora, no por producción. Ya estábamos de cara a la última semana en Gizzy - porque habíamos decidido irnos al sur con Iggy y Luis el , chef mexicano - cuando conseguí un trabajo diferente: modelando desnudo para una escuela de arte. Así que ahí fui, primero con Norman el profesor de dibujo, a ver las instalaciones y luego a charlar a un bar vino y springs rolls de por medio. Al lunes siguiente estaba allí preparado para desnudarme frente a la docena de alumnos. Me lo tomé de la forma más natural posible y mantuve las posturas estoicamente mientras la clase de mayoría femenina me observaba y dibujaba. Creo que nunca había pensado tanto en la reina de inglaterra ni en Margaret Tatcher para evitar una erección aunque tampoco sé por qué me daba más vergüenza tener una erección que no tenerla... Deben haber sido los 40 dólares más fáciles que gané en mi vida por el módico esfuerzo de ponerme en bolas y recostarme en un sillón o adoptar la postura del pensador del Rodin. Mi experiencia con modelos desnudos siempre fue del otro lado de la cámara o del papel, pero esta vez era yo el desnudo y observado. Al regreso me llevó otra de las profesoras con quien mantuve una extensa charla sobre la displicente actitud maori y otras cuestiones de idiosincracia kiwi. Una amena e interesante conversación en una fría noche en Gizzy con viento y lluvia... Me volvieron a llamar de la escuela pero les dije que me marchaban y me dijeron que si volvía a Gisborne pasara a visitarlos que seguramente iban a llamarme para otra sesión. Y así se sucedieron los últimos días en Gisborne, sin trabajo fijo, con frío y lluvia y un malestar con alguna gente del backpacker con la que había habido algún que otro mal entendido de difícil solución. En esos últimos días compartí muchos momentos con Nacho el madrileño que me llenaron de alegría, con Nick el kiwi quien me defraudó inesperadamente, con Joe un maori del quien siento un poco de pena y por supuesto con Iggy y luis con quienes estábamos a punto de emprender el viaje a la isla sur. Todo era una incógnita para mí porque no sabía qué venía después y Gisborne estaba enrarecido. Finalmente se sumó Marie, una alemana, al viaje y me alivianó los gastos de combustible aunque me llenó la van de olor a tabaco. A todo esto la última semana en Gizzy me propuse no fumar porque necesitaba una limpieza antes de que se me cagaran los bronquios... Y me banqué estoicamente esa semana en la casa fumona donde vivían Iggy, Nacho, Joe, Nick, Steve y James... Y donde siempre había un mínimo de tres maories agregados de fumones. Imposible no fumar, pero lo logré. La última noche en plena fiesta de despedida un maori se robó la computadora de Iggy en complicidad con otro y pese a que sabíamos que fueron ellos no pudimos hacer nada, en parte porque Nick el kiwi que había llevado a estos culeados empezó a demorar toda la situación y se lavó olímpicamente las manos. Los maories negaron todo (uno de ellos está con una tobillera con libertad condicional) y mintieron todo el tiempo. Yo lo sabía, Iggy, lo sabía, Nick, lo sabía y nadie podía hacer nada. Esa noche hablando con Joe él me confesó algunas acciones que no estoy seguro si serán ciertas o no, pero conociendo el pasado caníbal de los maories le hice prometer que nunca me iba a comer... Ese mal momento, el robo, nos detuvo dos días más y luego de impotentes actos decidimos partir dejando atrás a Gizzy y la mala vibra... Sentí una alegría inmensa cuando miré por el retrovisor por última vez el pueblo que me retuvo durante cinco meses, allí donde llegué con Marcell y chocamos, allí donde me fracturé la cara y me sané, allí donde cada vez que quería irme me ofrecían trabajo. El último día antes de irme, Gizzy hizo el último esfuerzo por retenerme: Hira me llamó ofreciéndome trabajo en el picking de mandarina! jajaja Le dije amablemente que le agradecía la oferta pero que mi tiempo en Gizzy se había terminado y que me iba a la isla sur, el comprendió y me deseó suerte.
Por un momento pensé que Gizzy era el pueblo con más cantidad de maories... y es que Gisborne es el pueblo con más maories en todo New Zealand!
Nos fuimos un viernes de un pique directo a Wellington, adonde llegamos luego de subir una montaña sinuosísima en pleno diluvio... El viaje fue interesante, bellos paisajes y un rumbo nuevo, lugares donde habían estado amigos (como la fábrica de cerveza Tui desde donde me escribió Marcell) o Palmerston North a donde se había ido a trabajar Keisuke. Pasamos de largo por Napier (mi primer destino antes de que Gizzy me secuestrara) casi sin siquiera mirar la playa de piedra y arena negra. conversamos de mil cosas con Marie y me sentía de nuevo en la partida, así como cuando viajé con Marcell, obligado a hablar en inglés y haciendo un esfuerzo sobrehumano para comunicar mis ideas en otro idioma! El día en Welli esperando la hora del ferry fue corto, pasando por un bar chileno (los amigos) a comer unas empanadas y vino. Dejamos Welli a las 9 pm, hora que salía el ferry en plena tormenta. Me gustó el aire de Wellington y la movida musical que tiene, quizás una de la más grande de New Zealand... Ya en el ferry decidí que ameritaba sumarme a los muchachos y fumarme uno mirando como lentamente la isla norte se perdía en el oscuridad... Al fin y al cabo la semana ideal tiene cinco días! Calé hondo el porro y luego exhalé una bocanada de humo que se fue en dirección a la isla norte al igual que mi agradecimiento por tantas aventuras y por permitirme conservar mi vida. La noche era oscuramente cerrada mientras el ferry se bamboleaba de un lado a otro surcando olas de tres metros que salpicaban mis ilusiones depositadas en la South Island...

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